...digamos que una vez más este tiro, esta toma, se abre paso en la multitud de las sombras para seguir a la ternura y para cruzarse a tu paso; con este manojo de intimidad que sólo la noche puede comprender en sus ejercicios cognitivos, sólo la noche que invoca los cuerpos que se edifican uno al otro a fuerza de salina humedad, una vez más, tras aquella noche, con sus conejos y sus sombreros y sus estrellas espectaculares, sus girasoles y sus tulipanes, repitiéndose la misma imagen, como se repiten las caricias cuando la urgencia acontece, o debería acontecer, como producto de las miradas, como se repiten unos tras otros los besos, esos besos que no acaban, como la luna llena que siempre regresa hechicera, y no acaban y no acaban, repitiéndose como la puesta en escena de esta foto, de una pobre foto, que quiso ser algo más que la lectura de un objeto en el cielo, un satélite que platea, y quiso jugar con la luz, mientras la luna, con sus ojos, también a ti te quiso besar y, por qué no, regresar con sus conjuros, azules, plateados, verdes, y dejarse publicar, estando, una vez más, y al menos, cerca de ti...
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