Estar aquí



Ahora que lo pienso, ahora que reconstruyo los hechos de este día, tras un largo rato aquí —donde un ser benévolo y espectral, iluminado por una luz azul, digamos que mi espectro, ha estado junto a mí—, no me había percatado, mientras miraba el mar, de que no se escuchaba, que había desaparecido total y abruptamente, el rugido imponente de sus olas al estallar con toda su furia contra los grandes farallones, las rocas y los arrecifes, ni aun en la playa se escuchaba el rumor espumoso de la arena cuando es arrastrada por la resaca, quiero decir, todo ocurría, todo se encontraba, en el más absoluto silencio, por ello no me sorprende en este instante infinito, en este precario ahora, mientras voy adentrándome en el tiempo y el espacio de estas coordenadas perdidas e imposibles, descubrir que los sonidos, aquellos hermosos y monumentales sonidos de la naturaleza, han desaparecido, ha enmudecido el océano y enmudecido el viento, han enmudecido los pájaros, los árboles, las piedras arrastradas por el río, y los ríos mismos que brotan de montes hiperbólicos, vástagos de una glosa atrofiada, y dividen llanos y los inundan con su sangre, no se escucha el aleteo de las palomas en las plazas, como no se escuchan las conversaciones altisonantes de los hombres emborrachándose en sus esquinas, ni el ruido de las botellas lanzadas a las calles, como no se escuchan los camiones semivacíos que vienen a dejar su carga en negocios que desfallecen lentamente, ni los autobuses, ni el tranvía, mujeres y niños mueren maltratados en silencios estridentes, enmudecida y moribunda, la ciudad grita su silencio con sus edificios abandonados y sus asesinados en cada esquina, enmudecidos paradójicamente los alaridos de placer de quienes celebran la orgía del poder, y chapotean violentamente en esta ciénaga circular y provinciana, fundada en la inmundicia y la mentira, silencio que aterra, silencio ultrajante, silencio que está presente mientras estoy aquí, y se anuncia como una esquizofrenia inevitable, como una aplanadora definitiva, con sus juicios anticipados y anticipables, con sus cuadros dirigentes, con sus príncipes y sus princesas en turno para un futuro no muy distante, y sobrevivir es un grito mudo, y se sumergen en el silencio el pensamiento, las ideas, la honestidad, y hasta nuestros alientos y nuestros besos cuando te penetro —y el universo es violeta y naranja como tu vagina—, todo es silencio, todo voces enmudecidas... Mientras tanto, el espectro —mi espectro— ha estado aquí todo este tiempo, como el checo paranoico que se funde en mis sentidos, escuchando mis pensamientos, sumido junto a mí en estas angustias, en estos tormentos que sólo puede entender quien no puede hablar y finaliza, como yo, siendo parte del silencio avasallador, todo este tiempo hemos estado aquí, irremediablemente en este aquí, sin otra salida que estar aquí, y el tiempo se encarga de dejar caer sobre los hombros, segundos, minutos, horas y días, y ya mañana es hoy, y el pasado se ha esfumado, mientras permanezco aquí, escuchando la fuerza coral y huracanada del dios silencio con sus grandes brazos de censuras, las anunciadas y las previstas, realidad abrumadora e infranqueable que sólo podré enfrentar, en una encerrona absurda y antitética, con las palabras que alcance a escribir para que un vendaval, de bocas aladas y manos entrelazadas, las esparzan y las hagan volar, como si fueran las hojas secas de un árbol que algún día retoñará, por no tener otras alternativas, por no tener otros caminos, por estar aquí...


Texto e imagen fotográfica: Eric Alvarez © 2012. Todos los derechos reservados.

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