El lenguaje arduo de tu cuerpo

Fotografía Eric Alvarez,  2014-08-20


¿sabes?, hablé con dios hoy día, de nuevo, de veras, de verdad hablamos, no estaba de gruñón como otras veces, estaba más bien tierno y sabio como los buenos ancestros,  fíjate que esta vez no me señaló mi bien ganado camino al infierno; no quiero tomar de tu tiempo, vida, vida azarosa a la velocidad de fracciones de escasos segundos, sólo quería decirte que le pedí por ti, por mí, por todos, por su solidaridad y su apoyo, en estas horas aterradoras del siglo que él mismo nos ha entregado, en estas horas tan desgarradoras que te hacen pensar que era mejor nuestro ya vetusto y, en el fondo, muy bien conocido siglo 20, con todo y sus guerras, y sus líderes sanguinarios, y su ritmo atómico y homicida; para nosotros, aún si no te interesara  —en un desliz del pecar egoísta, ya que al otro lado de la famosa colina métrica de estos días, podré ser no más que una estadística mortuoria— le pedí la bendición que supongo es casi imposible de conceder, de permitirme rearmar aquél lenguaje arduo y suave que me comunicaba con tu cuerpo lácteo, con las íntimas sensualidades de aquellos días, cuando me permitías, y te agradaba, y nos hacía divinos, que jugara con tus piernas, con tus muslos, con tus labios, y nos permitíamos la humedad dulce y espesa en su fluidez, de los códigos innumerables y físicos de nuestros orgasmos… ya veremos cómo me va, ya veremos, ya verás...

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