Acaso no es la vida —llegado el momento de indagar bajo la vieja escalera— ese flujo de segundos y minutos y horas y días y meses y años que al final se acumulan como trastos viejos, como esas cosas inútiles que fuimos guardando en las alacenas de los espacios mínimos o amplios, pocos o innumerables, que habitamos, no recordamos cuándo, ni cuánto tiempo, mucho menos las fechas precisas, aunque sí, tal vez, los rasgos generales y difusos de alguna época que marcan un segmento de historia personal; acaso no es la vida la pasión que inspiró nuestro tránsito común, mediocre, virtuoso, o digamos, simplemente humano, a pesar de encontrarnos en el camino los altares levantados a la deidad de Lerna, sus credos y sus encíclicas, sus dogmas y sus fobias, sus perversiones y sus carcundas doctrinas, masa hecha de la hiel y de la sangre y de la ignorancia, argamasa de todos los fanatismos, tanto odio, tanto, tanta maldad, tanta, que duele la razón y se inclina herida la esperanza; abrimos las puertas de las ideas y las emociones como defensas, desde la sensibilidad y desde el amor más íntimo y carnal, tal vez porque en el fondo sabemos que la amenaza a la vida siempre está latente; la noción esencial de vivir queda marcada no solo por el tiempo, la pasión o las cabezas de una deidad carca, sino por la rabia de saberse encerrado en una cueva de nácar y arena y sal, en un pasado eternizado que regresa, una y otra vez, a donde ni la luz ni el futuro pueden escapar; y nos preguntamos, al menos yo me lo pregunto, si valieron la pena, si aún valen la pena, los segundos y minutos y horas y días y meses y todos esos años que fueron acumulados ruinosos en la alacena, las victorias añoradas y aquellas que fueron logradas, así como las derrotas inevitables, pero sé que me ha sido dado obtener las respuestas que busco sólo bajo la vieja escalera, una vieja escalera inalcanzable…
Y esas Deidades todavía nos acosan hoy día. Cada Obelisco que se levanta es un recuerdo de opresiones ocultas que limitan nuestra libertad.
ResponderEliminarGracias por tu tiempo que nos exhorta a reflexionar en nuestras propias escaleras.