Postal de Navidad


Aunque no llegará a tiempo este mensaje, al menos hice el intento de hacértelo llegar, tan vergonzosamente repetido y común, lo sé, pues no hay nada nuevo que pueda compartir o decir, porque todo lo que podía decir, y todo lo que podía compartir, se ha ido diluyendo sin formas ni coordenadas precisas, entre mis bolsillos vacíos y mis defensas frente a lo incierto. Todo viaja como una nostalgia, consciente de que cada día se acercan más los cercos y los momentos de transfiguración desde la raíz de mi último aliento, para buscar vías para volver a descubrirme, y tal vez revivir desde mis improbabilidades diversas, desde mi muerte lenta, para reencontrarme redimido en otros lugares de los espacios elementales de los espíritus, en universos geométricamente expandidos. Pero eso no me impide desear, y decírtelo, que seas feliz junto a todo aquello que más amas. Que seas, por qué no reafirmarlo con valor y entrega, totalmente feliz desde este instante infinitesimal del tiempo que se desliza hacia el nuevo año, y así también hacia los siguientes, como los personajes de algún poema —que una vez escribí con cierto optimismo que la realidad ha derrotado— los cuales ahora bastaría se encarnen en ti, dichosa, divina, y alada, como ellos. Ese deseo intenso, y esa imagen bajo la que escribo, tal vez puedan ser, finalmente, mi buen regalo con vocación definitiva, y quien sabe si postrera, en ésta, una extraña Navidad más.

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